viernes, 8 de mayo de 2009

El alienigena



Hablar de Gestante me resulta algo extraño. Me recuerda a los Replicantes de Blade Runner. Y en realidad algo de ciencia ficción hay en todo esto (ya hablaré sobre la persecución de las gestantes). Pero me resulta
scifi sobre todo porque aún no puedo creerme que se pueda crear una vida de un acto sexual. Si lo pienso bien me parece psicodélico, psicotrópico, psicosurrealista por mucho que me lo expliquen.
La primera vez que vi a mi diminuto inquilino tenía un mes y medio de vida. Era una miniatura de ser extraño, como un marciano nadando dentro de mí o para hacerlo más de este mundo, como un Barriguitas de Famosa calvo. Recuerdo que los sentimientos se me agolparon anárquicamente. Por unos instantes sentí una emoción inimaginable, y otros estaba tan alucinada que no entendía cómo había entrado ese pequeño ente en mi cuerpo. Pero lo más impresionante de todo fue cuando pareció que notó mi alucinación y me saludó con la mano, como diciendo: "hola mamá, ya estoy aquí...". Entonces fue cuando su papá, el gestador, y yo nos miramos y nos emocionamos. Era verdad, ese alien que nos miraba desde el monitor de plasma era nuestro bebé.
Ahora que han pasado seis meses y medio, soy más consciente de que el marcianito ya forma parte de nuestras vidas. En realidad me tiene dominada y sometida a sus caprichos. Me da patadas cuando me enfado, no me deja comer pepinillos en vinagre porque le da hipo, me pide hamburguesas cutres fast food (que no comerá cuando salga), me aplasta la vejiga a media noche para que me levante y después patalea para que no me vuelva a dormir. Yo creo que se ha montado un gym ahí dentro y se está poniendo cachas. En la última ECO se veía un biceps de impresión, en primer plano, como si supiera que le estaban fotografiando y sacara músculo "¡Toma cacha!" parecía que nos decía. En la ECO20, una de las más importantes, decidió ponerlo más difícil. Justo cuando le enfocaban a la cara puso su minúscula manita sobre su rostro para no salir en la peli y cuando llegó el momento de confirmar el sexo, se dio media vuelta y nos enseñó el culo. Yo miré al Gestador, que también es otro mutante, ya os lo contaré, y le dije: "en eso ha salido a mí".
En fin, que finalmente pudimos confirmar que era un varón y cambiarle el nombre porque durante dos meses era nena y se llamaba o Nuria o Nora. Y ahora le hemos puesto Adrián, que en caso de que sea gay también le queda bien. Y sí, esta vez era la definitiva. A nuestra pregunta de "¿Está segura, doctora?", nos respondió: "Sí, es completamente seguro, evidentemente es un varón". Dio mio..., pues sí que es un varón. Imaginad mi exclamación. E imaginad también la cara del Gestador pensando: "y en eso se parece a mí".
Al principio me hacía más ilusión que fuera una feminucia porque las nenas son más cursis, sabiaondas, más listas y más espabiladas que los nenes, pero después no me importó y me mentalicé, convencida ahora de que es mejor un maschietto para alguien como yo. La semana que viene lo veré en versión 3D y en color. A ver qué trastada nos monta desde su centro de operaciones.

2 comentarios:

  1. Bueno, bueno, bueno. Tenemos diversión inteligente para rato. Ya tenía ganas de volver a leerte cosas así. Tu incomodidad colgando del tendal para nuestro beneficio.

    Y además (esto es un secreto), no creas que la torpeza de los adultos termina con el parto. Ja, já, qué risa. Así que hay kafkianismo para rato. (si encuentras un ratito libre, claro).

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  2. Me reconforta saber que mi incomodidad, al menos, sirve para algo. Ya sabes que yo a mal tiempo, buena cara. Aunque en este caso lo parafrasearía a "a mal tiempo, cara de lerda" porque me imagino que cuando lo vea en persona y no por la tele, va a alucinar con mi careto.
    Gracias, Nán, por el ánimo.

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