miércoles, 13 de mayo de 2009
Mi vecina La ciática
Dios mío, ¿qué he hecho yo para merecer esto? (Solápese mi voz a la de Carmen Maura en el papel de Gloria, con la diferencia de que yo no puedo recurrir ni a anfetaminas, ni a antiinflamatorios, ni a analgésicos, y ni a un porro de marihuana para mitigar mi dolor). Pero, ¿es posible que ahora que ha pasado lo peor de mi gestación me persiga La ciática? Porque La ciática es como esa vecina impertinente que ya sabes de antemano que algún día te vas a encontrar en la escalera.
Pues bien, ya me la encontré y casi no me ha dado tiempo ni a escaquearme; me cogió por banda, me arrinconó contra la pared y comenzó a hacerme el interrogatorio.
-- Vaya, vecina, no sabía que estabas embarazada -- me dijo con sarcasmo.
-- Pues ya ves -- respondí entre dientes.
-- Hija, si estás muy avanzada para ir de un lado a otro -- me recriminó.
-- Bueno, algo que hay que hacer para no quedarme atrapada en el sillón.
Mi temor fue in crescendo hasta que por fin llegó el momento anunciado.
-- Ah, no, no, no, eso sí que no. Tú necesitas reposo. No te preocupes que para eso están las buenas vecinas. Ala, venga, vamos al sofá que yo te hago compañía. A descansar.
Y resultó que mi vecina La ciática era fan de Annie Wilkes y me secuestró en mi casa dejándome inmovilizada, como a Paul Sheldon en Misery torturando mi hueso sacro hasta aburrirse. Y yo mientras tanto deseando que se le quemara la casa para que saliera de la mía.
Afortunadamente, se fue, pero no me arriesgo a salir, no vaya a ser que me la encuentre en las escaleras o en el súper y le haya dado por otro personaje más escabroso, si cabe, y me deje paralítica.
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