martes, 12 de mayo de 2009
Érase una gestante pegada a una nariz superlativa
Uno de los efectos secundarios más graves de ser una gestante es la mutación de los sentidos. El olfato es el primer sentido que se me ha modificado. De repente todo en la vida es una gran peste. Y esa gran peste es la causante de que permanezca en perpetua huida. No sólo soy una gestante mutante sino que además hay un ejército de olores empeñado en noquearme y encerrarme en mi casa, donde tengo control absoluto de los aromas. Ya no sé que hacer. Quizás me ponga una mascarilla a lo Michael Jackson, aprovechando el pánico de la fiebre porcina, me ponga una pinza en la nariz o me tape los orificios nasales con pastillas Devorolor.
Caminar por la calle se me está haciendo insoportable. Pero, ¿de verdad todo huele tanto? ¿siempre ha olido tanto el mundo? Mi nariz ahora es un gran detector de olores. Si la guardia civil supiera estas cosas, contrataría embarazadas en los aeropuertos en vez de perros para detectar drogas, o las compañías aéreas nos sentarían a la puerta de los lavabos, extintor en mano, para pillar in fraganti a los desaprensivos que no pueden evitar fumar dentro.
El humo del puro es mi enemigo número uno, le sigue el tabaco negro y después el rubio. El café por la mañana me mata y los fritos me repugnan. Esto significa que no puedo entrar ni en las cafeterías, ni en las tascas, ni en las casas de comidas, ni en casa de mi madre, que le encanta freír chuletitas de lechal. En fin...que yo creo que el cuerpo es muy sabio y me provoca la naúsea en cosas que afectan a mi budita feliz. O, ¿será él el que desde su centro de operaciones manipula mis glándulas y hormonas? Ay, qué gracia, ahora me lo estoy imaginado en su cabina hermética manipulando botones, como si estuviera sentado frente a una mesa de mezclas de efectos especiales, pulsando los botones de hormonas, sentidos, humor, antojos, naúseas, vértigos, hinchazón de piernas, aumento de mamas... etc. Creo que he visto mucho Érase una vez el hombre en mi infancia.
Por el contrario, hay olores que me hacen salir corriendo en dirección opuesta al origen del aroma no por asco, sino por un deseo incontrolable de lanzarme sobre el generador del olor y devorarlo con la mayor de mis ansias. Me refiero al olor de los embutidos. Me muero por un racioncita de jamón ibérico, un bocata de mortadela, o de chorizo, o de salchichón y todo lo que atañe al cerdo. ¿Tendrá algo que ver que mi horóscopo chino sea el cerdo? Creo que cuando salga de ésta voy a pasar unas vacaciones en una matanza en Extremadura en vez de en un balneario. Ya he pedido que en vez de bombones me regalen un jamón. Vaya penitencia, ni que fuera judía o musulmana.
Y por si creéis que estoy exagerando, aquí tenéis a la mamá de Shin Chan para que os lo cuente.
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Genial...cachondísimo,....me encanta esta entrada. No te preocupes que cuando acabe todo nos iremos a la matanza de mi pueblo.
ResponderEliminarJa,ja,ja...buenísimo lo de irse a una matanza para reponerse (me he leido todos los post de un tirón ¡estoy enganchada!)
ResponderEliminarMira, además me acabas de resolver el regalito para mi mami preferida en vez del consabido ramito de flores cuando vaya a veros al hospital: el jamón de bellota o de pata negra?
Un besito. Sigue así.
Cecilia
Tita Ceci!!!
ResponderEliminarPues lo de la matanza no sé si irá en serio porque me horroriza la sangre, sólo la consiento en morcilla de Burgos o de arroz, pero... visto lo visto pero no catado, creo que haré de tripas chorizos y me animaré al chupitingui de después.
Me da igual bellota o pata negra, quiero comer jamón!!!!
Una patadita cariñosa del marcianito y un besito mío.
Milagro, ¡Dios mío!: el embarazo permite percibir el olor del mundo.
ResponderEliminarLa señal de la clarioliencia. ¡A ver si estás iniciando un camino de santidad!
jajajjaaja, no sé si me beatificarán dados mis antecedentes canónicos, pero que me merezco el cielo, te lo aseguro. El embarazo es como un gran voto que engloba todos los votos religiosos posibles, incluida la oración, en mi caso copulativa, sobre todo en lo referente a los preparativos. Oye, no fata la conjunción "Y". Ejem. "Hace falta esto y aquello y lo otro y lo de más allá". En fin, que sí, que voy para santa, para Santa Madre madrísima.
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