Ser bebé no tiene que ser muy duro, máxime cuando están dentro de una piscinita todo el día, como pez en el agua, sin otra cosa que hacer que jugar con el cordón umbilical, duermen a pata suelta, comen cuando les apetece sin que les obliguen a nada, escuchan las conversaciones de los mayores, dan patadas a la barrigota de la mamá y encima a todo el mundo se le cae la baba porque el muñeco se mueve, nadie les achucha ni les pone caras ridículas, ni saca a la luz voces de la infancia perdida. ¿Por qué no hablamos como siempre? ¿Por qué comenzamos a emitir esos sonidos onomatopéyicos tan extraños?
Ser bebé es un regalo despiadado que nos hacen por venir al mundo cuando en realidad el regalo tendría que hacérsenos cuando nos fuéramos. Menuda gracia para el bebé haber pasado los nueve primeros meses viviendo como un malajá, aislado del mundanal ruido, para que después lo saquen del acuario y lo lancen a este mar de lágrimas. No voy a ponerme pesimista, no es el caso, pero, reflexionando un poco... ¿no sería mejor, y habría más aliciente, si naciéramos ancianitos? ¿no sería mejor que la muerte fuera la despedida del óvulo y el espermatozoide? Es que el mundo está desordenado, nadie se ocupa de pensar en estos detalles. Nos pasamos la vida trabajando y malviviendo para jubilarnos y empezar con los achaques físicos y mentales. No es muy justo tener el tiempo libre sólo para hacer viajes con el inserso a balnearios, zonas de buen clima y relax. No es justo haber vivido para acabar haciéndole más visitas al médico que a los nietos.... ¡Ay!, que mi pequeño inquilino me acaba de dar una patada, creo que es una llamada de atención para dejar de lado las malas vibraciones y este rollo patatero de "Dios mío, a qué mundo cruel voy a traer a mi pequeño ser". Al final todos nos adaptamos y buscamos la sal de la vida. En fin... que ya no me pongo en lo peor, pero si los bebés supieran lo que les espera, harían lo que este bebé alemán y no es para menos.
Gracias, Tita Ana, por regalarnos este video.
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